EL SUICIDIO DEL CREADOR GENERAL ROCA CIPOLLETTI

Nombre: El Suicidio del creador

Descripción: Esta obra no posee intención alguna de alterar sus creencias. Es una novela, en la que mi imaginación se permitió volar al inicio de los tiempos.
Para moldear el relato, creé dioses, titanes y universos, como también recurrí a nombres ya conocidos para darle un toque mundano a la historia. Bajo ningún concepto traté de imponer una verdad, ya que estoy convencido de que, en caso de existir alguna, yo no la conozco y ni siquiera soy capaz de poder imaginarla. Discrepo con aquellos que explican lo que ignoran, y tal vez de eso sí se trate el porqué de mi razón.
Agregar otra posibilidad a un infinito de hipótesis, tratando de relatarla de una manera algo pensada, pero con la intención de resaltar las barbaridades que pretenden imponer religiones tan antiguas como la hipocresía misma.
Trato de expresar mi relativamente alta disconformidad con las religiones existentes, e intento expresarles por qué no inducen en mí una emoción positiva.
Jamás intentaría imponer una mentira, sólo quiero contarles un cuento, pero, por otra parte, creo ciertamente en que debemos dejar de quitarnos responsabilidades escudándonos cobardemente en seres superiores. Debemos tomar a bien nuestro posible poder, y tratar de materializarlo mediante nuestra decisión seguida de acciones. Tal vez eso sí he tratado de expresar en mi relato, ya que estoy absolutamente convencido de que creer en un dios que pueda llegar a brindarnos su ayuda divina, activa irremediablemente nuestra mediocridad ante la adversidad, dejando la solución de los problemas que nosotros tenemos que afrontar, a un ser inexistente, o ajeno absoluto, en el mejor de los casos, a nuestra necesidad personal.
En mi novela, intento invertir la situación. Trato de proponer la posibilidad de que sea el supremo quien necesite de nosotros. La idea puede parecer soberbia, pero si me permiten contarles mi ficción, notarán que nada tiene que ver con la soberbia, sino, por el contrario, descubrirán que disiento con ella desde su ególatra esencia.
En nosotros crece el destino, y son nuestros presentes quienes lo forjan. Dejemos de culpar a lo que nos excede, y entendamos que solo somos dueños totales de nuestro decidir.
Exigir un cambio ajeno es más sencillo que intentar uno propio, pero, a la vez, nuestra exigencia escapa a nuestra posibilidad real. Difícilmente podemos accionar nuestro propio cambio, y eso hace de lo anterior un absurdo que ni siquiera deja lugar al humor más ácido. La diferencia entre la utopía de lo primero y la posibilidad de lo segundo, es que nosotros podemos, aunque sea difícil, modificar nuestro propio proceder. Eso, a mi humilde entender, marca la diferencia entre lo posible y lo irracional.
Existen dos infinitos. El externo, que nos supera; y el interno, que debemos dominar. Ambicionar la posibilidad de generar un cambio exterior sin estar dispuestos a uno interno, solo puede llevarnos a la frustración in esquiva, accionada por nuestros inevitables fracasos. Tratar de mejorar en nuestro interior, es una opción verdadera de nuestra posibilidad, y puede lograr un cambio exterior consecuente. Tal vez sea esta la forma de modificar un destino que, aunque parezca inalterable, es nada más que nuestro decidir plasmado en la futura y consecuente realidad. Creer en elevados nos despoja de responsabilidades intransferibles, y eso no hace más que profundizar nuestras miserias.. Http://www.amazon.com/dp/B00L4HT194/ref=cm_sw_r_fa_dp_fTM9tb1S28H81

Teléfono: 299 5922592

Localidad: Cipolletti

Dirección: Esmeralda y b15

EL SUICIDIO DEL CREADOR:

Productos y Servicios: Esta obra no posee intención alguna de alterar sus creencias. Es una novela, en la que mi imaginación se permitió volar al inicio de los tiempos.
Para moldear el relato, creé dioses, titanes y universos, como también recurrí a nombres ya conocidos para darle un toque mundano a la historia. Bajo ningún concepto traté de imponer una verdad, ya que estoy convencido de que, en caso de existir alguna, yo no la conozco y ni siquiera soy capaz de poder imaginarla. Discrepo con aquellos que explican lo que ignoran, y tal vez de eso sí se trate el porqué de mi razón.
Agregar otra posibilidad a un infinito de hipótesis, tratando de relatarla de una manera algo pensada, pero con la intención de resaltar las barbaridades que pretenden imponer religiones tan antiguas como la hipocresía misma.
Trato de expresar mi relativamente alta disconformidad con las religiones existentes, e intento expresarles por qué no inducen en mí una emoción positiva.
Jamás intentaría imponer una mentira, sólo quiero contarles un cuento, pero, por otra parte, creo ciertamente en que debemos dejar de quitarnos responsabilidades escudándonos cobardemente en seres superiores. Debemos tomar a bien nuestro posible poder, y tratar de materializarlo mediante nuestra decisión seguida de acciones. Tal vez eso sí he tratado de expresar en mi relato, ya que estoy absolutamente convencido de que creer en un dios que pueda llegar a brindarnos su ayuda divina, activa irremediablemente nuestra mediocridad ante la adversidad, dejando la solución de los problemas que nosotros tenemos que afrontar, a un ser inexistente, o ajeno absoluto, en el mejor de los casos, a nuestra necesidad personal.
En mi novela, intento invertir la situación. Trato de proponer la posibilidad de que sea el supremo quien necesite de nosotros. La idea puede parecer soberbia, pero si me permiten contarles mi ficción, notarán que nada tiene que ver con la soberbia, sino, por el contrario, descubrirán que disiento con ella desde su ególatra esencia.
En nosotros crece el destino, y son nuestros presentes quienes lo forjan. Dejemos de culpar a lo que nos excede, y entendamos que solo somos dueños totales de nuestro decidir.
Exigir un cambio ajeno es más sencillo que intentar uno propio, pero, a la vez, nuestra exigencia escapa a nuestra posibilidad real. Difícilmente podemos accionar nuestro propio cambio, y eso hace de lo anterior un absurdo que ni siquiera deja lugar al humor más ácido. La diferencia entre la utopía de lo primero y la posibilidad de lo segundo, es que nosotros podemos, aunque sea difícil, modificar nuestro propio proceder. Eso, a mi humilde entender, marca la diferencia entre lo posible y lo irracional.
Existen dos infinitos. El externo, que nos supera; y el interno, que debemos dominar. Ambicionar la posibilidad de generar un cambio exterior sin estar dispuestos a uno interno, solo puede llevarnos a la frustración in esquiva, accionada por nuestros inevitables fracasos. Tratar de mejorar en nuestro interior, es una opción verdadera de nuestra posibilidad, y puede lograr un cambio exterior consecuente. Tal vez sea esta la forma de modificar un destino que, aunque parezca inalterable, es nada más que nuestro decidir plasmado en la futura y consecuente realidad. Creer en elevados nos despoja de responsabilidades intransferibles, y eso no hace más que profundizar nuestras miserias.. Http://www.amazon.com/dp/B00L4HT194/ref=cm_sw_r_fa_dp_fTM9tb1S28H81

Dirección Web:

Rubros: Cuadernos / Fábricas / Importación - Librerías / Artículos - Libros / Compra / Venta - Literatura

Empresas Similares en Cipolletti: